La terapeúta sexual Michelle Davis no se imaginó las consecuencias de que traería la publicación de su libro The Sex-Starved Marriage (El matrimonio hambriento de sexo) en el 2003, un estudio sobre la insatisfacción sexual en las mujeres de parejas consolidadas. Y que una oleada de llamadas, cartas y correos electrónicos de mujeres que se identificaban con los casos presentados en el libro y que revelaban que la hipoactividad sexual masculina es algo más común de lo que se creía.
Un secreto bien guardado por ese tabú que impide hablar o dudar sobre la capacidad sexual masculina, y una inapetencia que provoca inseguridad en las mujeres (en su autoestima, en las posibilidades de su relación, en la salud de sus parejas).
Resabio del machismo más acendrado, que da al hombre la opción de elegir cuándo y con cuánta frecuencia, el velo tendido sobre la falta de apetito sexual masculino ha impedido la realización de estudios serios sobre las razones que llevan al hombre a evitar las relaciones sexuales.
El silencio sobre la hipoactividad sexual masculina sólo agrava una situación común y que se soluciona con el diálogo y el apoyo mutuo. Y es que según pudo comprobar la Davis, a los hombres les duele la cabeza por las mismas razones que llevan a las mujeres a decir que no: problemas de salud, de trabajo, estrés, depresión y problemas de pareja que no tienen que ver con la sexualidad.
Fuente | Atina Chile
Imagen | Tendencias
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