sábado, 20 de marzo de 2010

La promiscuidad: ¿Cuántos son demasiado?


La promiscuidad hace referencia a la práctica de relaciones sexuales con varias parejas en un periodo de tiempo relativamente corto. Una persona promiscua es aquella que cambia constantemente de pareja sexual y hace de este intercambio una forma de vida. Realmente no se me ocurre una definición mejor y no creo que la halla porque el concepto de por sí es bastante ?inatrapable?.

¿Con cuántas personas es necesario acostarse para ser considerado promiscuo? ¿Veinte, treinta o quizás diez? El concepto de promiscuidad realmente es muy relativo, es una de las definiciones más subjetivas que he visto en toda mi vida de psicóloga y puedo asegurarles que he visto muchas. El problema radica en que el concepto en sí mismo encierra un número que varía de cultura en cultura, de país o región en región e incluso de persona a persona.

A corroborar estos datos acuden los resultados de una encuesta realizada por Durex (una compañía que comercializa productos para la sexualidad) en 41 países donde participaron alrededor de 317 mil personas, se evidenció que los turcos son aquellos que tienen el mayor número de parejas sexuales (14.5 como media) mientras que en la India las personas tienen un promedio de tres relaciones. Por otra parte, el 70% de los noruegos reconoce haber tenido sexo ocasional; un porcentaje bastante elevado si se compara con el de la India donde solo el 13% reconoce haber mantenido sexo de una noche. Así, ser promiscuo en una u otra cultura será algo muy diverso si hacemos referencia simplemente a un número.

De seguro a inicios del siglo pasado, cuando las mujeres iban vírgenes al matrimonio (o al menos eso decían) y al enviudar no se volvían a casar; ser promiscua equivaldría a tener tres o cuatro relaciones a lo largo de toda la vida. En la actualidad podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que éste número ha aumentado superlativamente pero aún así continúan sobreviviendo los estereotipos de género.

Lo que algunas personas considerarían como un número digno del epíteto promiscuo para una mujer podría no ser aplicado al hombre. Así, muchas veces este adjetivo solo sirve para delinear los estereotipos de género. Un amigo solía decir en tono jocoso: "Si una mujer reconoce haber tenido 10 relaciones, multiplica este número por 2; si un hombre reconoce 10 relaciones, divídelo entre dos. Solo así podrás obtener el verdadero número". Sin lugar a dudas la sociedad en ocasiones impulsa a uno y otro género a mentir sobre el número de sus relaciones de pareja; no obstante, considero que la promiscuidad no debe ir encadenada a un número sino más bien a un estilo de vida y a una forma de comprender las relaciones sexuales.

Ser promiscuo no equivale a tener cierto número de parejas sino a asumir el cambio de parejas como un estilo de vida, a no comprometerse con una relación y asumir la sexualidad como un juego donde solo se recibe placer. Todos podemos tener malas relaciones que terminan, entonces iniciamos otras nuevas con la perspectiva de hallar nuestra "media mitad", eso no indica que seamos personas promiscuas.

Quizás la vuelta de tuerca más fuerte que he visto por estos tiempos refiriéndose a la promiscuidad se halla en una investigación realizada por equipos de tres universidades británicas (Durham, Aberdeen y St. Andrews) donde se llegó a la conclusión que con solo mirar el rostro de una persona podemos si ésta es proclive a tener una relación sexual esporádica o si, por el contrario, prefiere un periodo de flirteo más bien largo para conocer a la futura pareja.

El estudio fue desarrollado con 700 voluntarios a los cuales les pidieron que adivinaran (a partir de fotografías) las actitudes en las relaciones sexuales de personas del sexo opuesto. Por supuesto, previamente a las personas fotografiadas fueron interrogadas sobre sus preferencias. En una primera muestra de 172 personas, el 72% de ellas logró identificar a través de las fotografías el "nivel de promiscuidad". ¿Cómo?

Muy sencillo: las mujeres más proclives a las relaciones esporádicas son las que se perciben como más atractivas, mientras que los varones promiscuos tienen unos rasgos faciales muy masculinos, como pueden ser una mandíbula cuadrada, la nariz grande o los ojos pequeños.

Recapitulando: las mujeres y los hombres que son considerados culturalmente como más atractivos también son más promiscuos. ¡Que novedad! Quizás si sacásemos el promedio de las veces que son abordados y el número de veces que se van a la cama obtendríamos unas cuantas sorpresas. Sin comentarios...

Quizás el problema de la promiscuidad se resume a una frase genial que he leído por la red: "Promiscuo es aquel que tenga más parejas que yo".

Pero bromas y seriedades científicas aparte, considero que el vocablo promiscuo, como otros tantos, debería ser desterrado de una vez y por todas de nuestro vocabulario. Cada palabra etiquetante que encierre a las personas en una categoría y coarte sus potencialidades debería ser penalizada.


Fuentes:
Boothroyd, L. G. et. Al. (2008) Facial correlates of sociosexuality. Evolution and Human Behavior; 29(3): 211-218.
Durex (2005) Global Sex Survive. En: Durex.

Fuente: http://sexo-eros.blogspot.com/2010/03/la-promiscuidad-cuantos-son-demasiado.html

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