viernes, 2 de abril de 2010

La sobreexposición al sexo


Quisiera iniciar estas reflexiones con una frase de Víctor Hugo: "Existen dos maneras de ignorar las cosas: la primera es ignorándolas y la segunda es creyendo que las sabemos mientras las ignoramos". Probablemente éste último sea el camino que ha adoptado nuestra sociedad moderna para enfrentar las cuestiones relacionadas con la sexualidad.

Hoy asistimos (al menos en España) a un verdadero bombardeo de sexo en los medios comunicativos, estamos mejor informados (en apariencia) y somos más libres sexualmente (también en apariencia). Pero si nos adentramos en cualquier consulta de sexualidad o simplemente echamos un vistazo a los foros de la temática, hallaremos a los más jóvenes y otros que no lo son tanto, preguntándose cuestiones tan básicas sobre la reproducción humana como: ¿puedo quedar embarazada con el sexo anal? o lo que sería peor aún porque demuestra cuan vigentes se encuentran los estereotipos relacionados con la sexualidad: ¿es pervertido practicar el sexo anal? (Para comprender cómo pueden subsistir estas inquietudes basta saber que en Francia, en pleno 2009, en una campaña publicitaria se pretendía equiparar los efectos nocivos del tabaco con la felación, debajo puede apreciarse la imagen).


En resumen, que a los tantos años de la Revolución Sexual continuamos con los mismos patrones rígidos de pensamiento que predominaban en siglos anteriores (aunque vale aclarar que en la Roma clásica las personas se encontraban bastante liberadas sexualmente).

Una de las principales problemáticas, desde mi perspectiva, es que comprendemos y asumimos el sexo como algo diferente y parcializado de nosotros mismos sin darnos cuenta que somos personalidades sexuadas. Desde nuestro nacimiento tenemos órganos reproductores que nos diferencian, tenemos un funcionamiento hormonal que nos diferencia y la cultura se encarga de hacer el resto: enseñarnos patrones de comportamiento y formas de comunicarnos diferentes para uno y otro género. Así, la sexualidad es un proceso que impregna y matiza todas nuestras acciones: es lo más personal pero también lo más común y social. Somos personas sexuadas y no podemos abstraernos de ese fenómeno. La sexualidad es inherente a nosotros y trasciende lo biológico y lo social: "la personalidad es sexuada y la sexualidad es personalizada".

Cuando nacemos, inmediatamente nos visten de un color u otro según nuestro sexo, nos brindan los juguetes "adecuados" para nuestro género y nos tratan de una manera particular (hay algunas investigaciones que aseveran que las niñas tienen una mejor expresión verbal porque desde pequeñas se les habla más que a los varones). En el mismo momento del nacimiento comienza el condicionamiento de nuestras formas de comportarnos y relacionarnos; mediatizando a su vez nuestra sexualidad.

De esta manera, el simple movimiento de llevarse un cigarrillo a la boca (hábito que considero nada inteligente) será diferente en hombres y mujeres, la forma de beber, caminar, hablar, comer... en fin, cada detalle de nuestra vida está marcado por nuestro sexo. Por esta razón, el sexo no se restringe a la genitalidad ni al coito sino que es una expresión natural de cada uno de nosotros como personas. No obstante, a través del tiempo nos han enseñado que es una parte de nosotros tan íntima y privada que en muchas ocasiones es mejor reprimir u ocultar. Así, la sexualidad se reviste con el manto de lo oscuro, lo obsceno, lo negable y por supuesto, ante la imposibilidad de negar por más tiempo su existencia, hoy nos escondemos en la sobreexposición.

La sobreexposición al sexo es un fenómeno bastante similar al que se evidencia con la publicidad: cuando nos encontramos saturados de mensajes publicitarios nos hacemos apáticos ante los mismos y nuestra atención se desvirtúa de ellos. Cuando nos saturamos de cuerpos esculturales, dildos, aumentadores de pene, píldoras, anillos... no queda más que el camino hacia los trastornos de la sexualidad como el deseo sexual hipoactivo.

La sexualidad es una parte integrante de nosotros como seres humanos y como personalidades, es inútil desligarla cual si fuera una pieza que sobra dentro de un puzzle o cual si fuera una pieza de ropa que nos ponemos y quitamos. Más información sobre el sexo no nos hace más libres o desinhibidos porque la sexualidad se vivencia como un todo en cada uno de nuestros actos, incluso en la forma en la cual nos relacionamos con nuestros compañeros de trabajo o con el desconocido con el cual nos cruzamos en la calle. La sexualidad no es simplemente un arte a manejar, una conducta o técnicas a aprender sino que es la expresión de nosotros como seres humanos por lo cual, coartarla significa es también que estamos limitando nuestra libertad a expresarnos y a desarrollar nuestras potencialidades. La sexualidad es una forma de expresar lo que somos entonces... no hay por qué destinarla al lugar oscuro de lo ignominioso a través de las más variadas técnicas de ocultamiento, como es la sobreexposición.


Fuente:
González, A. & Castellanos, B. (1995) Personalidad sexuada y sexualidad personalizada. Colombia: Editorial Magisterio.

Fuente: http://sexo-eros.blogspot.com/2010/03/la-sobreexposicion-al-sexo.html

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